CASAS – Colectivo de investigación-activismo en estudios agrícolas desde el Sur

Ser una red solidaria de académicos del Sur Global dentro de la tradición de los estudios agrarios críticos. Ese es el objetivo del colectivo CASAS – Colective of Agrarian Scholar-Activists from the South. En su Manifiesto, reconocen la necesidad de trascender formas coloniales de producción de conocimiento y se comprometen con la justicia social y ambiental, poniendo el cuidado mutuo y la solidaridad al centro de su quehacer.

Daniela Manusevich, integrante de nuestro Centro, partipa de este colectivo. Puedes leer su contribución Essential work but not essential workers? parte de una serie de ensayos en torno al covid-19 que traen perspectivas de Asia, África y Latinoamérica

Decrecimiento: Nuevas Raíces para la Economía – carta abierta

Re-imaginando el Futuro Después de la Crisis del Coronavirus

La pandemia del Coronavirus ya se ha llevado innumerables vidas y todavía no se sabe cómo se desarrollará en el futuro. Mientras las personas en la primera línea del sistema de salud y del abastecimiento social básico están luchando contra la propagación del virus, cuidando a las personas enfermas y manteniendo el funcionamiento de las operaciones esenciales de la sociedad, una gran parte de la economía se ha estancado. Mientras esta situación es paralizante y dolorosa para muchos, provocando miedo y ansiedad a aquellos que amamos y a las comunidades a las que pertenecemos, puede ser también un momento para que colectivamente aportemos e impulsemos nuevas ideas.

La crisis desencadenada por el Coronavirus ha puesto al descubierto muchas debilidades de nuestra economía capitalista obsesionada por el crecimiento, tales como la inseguridad laboral y alimentaria de muchos, los sistemas de salud menoscabados por años de austeridad y ajustes económicos, y la infravaloración de muchas de las profesiones más imprescindibles y esenciales. Este sistema, basado en la explotación de las personas y de la naturaleza, es severamente propenso a sufrir crisis, algo ya considerado como normal. Aunque la economía mundial está produciendo mucho más que nunca, falla en el cuidado de los seres humanos y del planeta, en su lugar acumula riquezas en pocas manos mientras el planeta es arrasado. Millones de niños mueren cada año por causas evitables, 820 millones de personas están desnutridas, la biodiversidad y los ecosistemas están siendo degradados, y los gases de efecto invernadero continúan elevándose provocando un claro cambio climático antropogénico con consecuencias tales como aumento del nivel del mar, tormentas devastadoras e incendios incontrolables, entre otros fenómenos.

Durante décadas, las estrategias dominantes contra estos males han sido dejar la distribución económica mayormente a las fuerzas del mercado y atenuar la degradación ecológica a través de una economía que fuera capaz de crecer sin incrementar la presión ambiental mediante el desacoplamiento y el crecimiento verde. Esto no ha funcionado. Ahora tenemos una oportunidad para construir sobre la base de algunas de las experiencias de la crisis del coronavirus: con nuevas formas de cooperación y solidaridad que están floreciendo y el creciente respeto y estimación generalizado de los servicios sociales esenciales como la salud pública y el trabajo de cuidados, el abastecimiento de alimentos y la gestión de desechos. La pandemia también llevó a los gobiernos a tomar acciones sin precedentes en tiempos modernos de paz, demostrando lo que es posible cuando hay voluntad para actuar: las reestructuraciones de los presupuestos, la movilización y redistribución de dinero, la rápida expansión del sistema de seguridad social y la importancia de la vivienda para las personas sin hogar.

Al mismo tiempo, necesitamos estar alerta con el aumento problemático de las tendencias autoritarias de los sistemas de vigilancia masivos y las tecnologías invasivas, el cierre de las fronteras, las restricciones al derecho de asamblea y el posible agravamiento de la crisis por una profundización del capitalismo salvaje. Debemos resistir firmemente a estas dinámicas, pero no detenernos ahí. Debemos empezar una transición hacia un tipo de sociedad radicalmente diferente. En vez de tratar desesperadamente de hacer andar de nuevo la destructiva maquinaria del crecimiento, sugerimos construir sobre la base de las lecciones aprendidas y de la abundancia de iniciativas sociales y solidarias que han brotado alrededor del mundo durante estos meses. Al contrario de lo que sucedió después de la crisis financiera del 2008, deberíamos salvar a las personas y al planeta en lugar de rescatar a las grandes corporaciones y emerger de esta crisis con medidas de autosuficiencia y prosperidad en vez de austeridad.

Se ofrecen 5 principios para la recuperación de nuestra economía:

  1. Poner la vida al centro de nuestro sistema económico.
  2.  Reevaluar radicalmente cómo y qué trabajos son necesarios para una buena calidad de vida para todos.
  3. Organizar a la sociedad en torno a la provisión de mercancías y servicios esenciales.
  4.  Democratizar la sociedad.
  5. Sistemas políticos y económicos basados en el principio de la solidaridad.

Puedes encontrar la versión completa de la carta y sus firmantes en degrowth.info